Definitivamente duele ver a nuestros peludos envejecer, nos percatamos de esto cuando empiezan a pasarles cosas que no les pasaban antes, como por ejemplo que algunas ocasiones ya les cuesta trabajo subirse al sillón o a la cama, o tal vez pase que a veces ya no quieran salir a caminar al parque porque tal vez les duelan los huesos o articulaciones, pero, aun así, ellos muchas veces seguirán haciendo su mayor esfuerzo en el instante que les decimos “parque” o “vámonos”, con tal de gozar de nuestra compañía y también disfrutar de los olores que hay afuera, aunque cuando salen, nosotros nos demos cuenta de que cada vez se cansan más en cada pasito que dan.
A pesar de su vejez, ellos siguen estando siempre para nosotros, y a pesar de que por momentos se sienten mal, o les duele algo, nunca recibiremos una mala mirada o un mal genio, porque para ellos, nosotros somos su más grande alegría.
Cuando un perrito muere, se nos rompe el corazón, nos llenamos de una profunda tristeza, y tal vez, también de enojo, porque se fue ese ser tan especial para nosotros, nos cuestionamos, ¿Por qué se fue? y ¿Por qué viven tan poco?, y un sinfín de preguntas más.
Algunos pensamos que el que vivan poco es una estafa, que deberían acompañarnos más tiempo, pero, igual que nosotros mismos, ellos tienen un principio al nacer, pero también tienen un final, la verdad es que nada puede ser eterno, sus cuerpos son efímeros, porque al final terminan por cansarse, pero lo que sí puede continuar viviendo con nosotros es su recuerdo, que nos seguirá acompañando hasta el día en que nos toque irnos a nosotros mismos.
Cuando se van es un momento muy difícil, ya que sabemos que ya no podrán estar más con nosotros acompañando nuestras vidas, pero… ¿Saben? Solamente será que ya no los veremos, pero ellos siempre se quedarán en nuestros corazones, mientras nosotros los recordemos ellos tendrán un lugar muy especial y nos acompañarán por el resto de nuestras vidas.
La muerte es parte de la vida, generalmente no queremos verlo, pero si la ignoramos y nos evadimos, cuando alguno de nuestros seres queridos se vaya, será muchísimo más difícil aceptarla y lograr dejarlos ir en paz, pero, si cambiamos el enfoque y la aceptamos como parte de nuestros procesos naturales, podremos padecerla mucho menos.
Cuando yo, después de padecerlo mucho, logré aceptar la muerte de mi perrita Layla, sentí en ese momento que ella se instaló en mi corazón para no salir de ahí nunca.
Pensemos que nuestros queridos amigos, compañeros, perrhijos están dormidos en nuestros corazónes y que, aunque físicamente ya no estén nos acompañaran por siempre.
“Señor Dios de los humanos…. Cuando llegue la hora de morir, dale la sabiduría que pusiste en mi alma de perro para que sepa aceptar ese instante sin temor y sin amargura”
-Anónimo.

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